miércoles, 11 de febrero de 2009

LA ESCUELA EN 2018

Hace tiempo leí un artículo en el que se suponía que un personaje de hace 100 años regresaba al momento actual y tenía que seguir ejerciendo el mismo trabajo que en aquella época. Si se trataba de un médico no lo tendría fácil ya que las técnicas y herramientas han cambiado tanto que las dificultades para ejercer su labor serían notorias. Lo mismo sucedería con un trabajador del servicio de limpieza, con un obrero de la construcción, con un fabricante de coches, con un empleado del hogar, con un arquitecto... Sin embargo un profesor podría adaptarse fácilmente, bastaría con que siguiera un libro de texto, contara lo que en él se incluye y pusiera exámenes y notas. Los contenidos habrán variado pero los métodos pueden servir perfectamente. Con esto quiero reflexionar sobre lo mucho que cuesta cambiar las formas en educación, cómo la escuela va siempre muy por detrás de la sociedad.
Mi escuela del 2018 :
  • Una escuela PÚBLICA, en la que los poderes públicos (los autonómicos principalmente) han dejado de ser gestores desconfiados y han pasado a priorizar los intereses de los alumnos, a implicarse en la educación ayudando al profesorado y confiando en él.
  • Un espacio abierto a la sociedad y a la naturaleza. Donde se experimenta y se construye sin miedo a los desarrollos curriculares.
  • Aulas equipadas tecnológicamente sin olvidar los recursos humanos. Profesores en cantidad suficiente para asegurar una enseñanza personalizada.
  • Grupos de 15 alumnos.
  • No existen libros de texto cerrados, se van confeccionando según las características de cada grupo de alumnos.
  • Las matemáticas, y en general todas las materias, se hacen y no sólo se reproducen. Se construye y no sólo se utiliza. La lectura está omnipresente y no hacen falta horas extra para dominar un idioma.
  • Laboratorios de todas las materias.

1 comentario:

  1. De acuerdo, en casi todo. Se nota que eres una persona muy optimista. A tan sólo (perdón, solo) diez años de esa fecha las cosas pintan a mi juicio bastante mal, al menos en la enseñanza pública. Número excesivo de alumnos por profesor, escasos recursos, todo ello redundando en un deterioro de la calidad de la enseñanza. Pese a todo, algunos intentamos seguir aprendiendo, ya no sólo en contenidos, sino también actualizando nuestra forma de intervenir en un proceso de enseñanza-aprendizaje que se antoja cada vez más complejo, diverso e interactivo. Las Administraciones Públicas no parecen ayudar mucho, planteándose graves diferencias, por ejemplo en cuanto a dotación de recursos de los centros, entre autonomías. No perdamos la esperanza, sigamos soñando con una enseñanza de calidad, personalizada, y en que no se olviden la creatividad y la innovación como capacidades imprescindibles que no debemos perder.
    Un saludo, me gustó tu artículo.

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